Un comando de hombres armados irrumpió en un salón de fiestas de Salamanca, Guanajuato, durante una boda, abriendo fuego contra los asistentes. El ataque dejó un saldo de tres personas asesinadas y al menos quince heridas, dos de ellas de gravedad. Los sicarios se dieron a la fuga en camionetas después de sembrar el caos.
En la escena del crimen, agentes de la policía municipal y soldados de la Guardia Nacional y la Secretaría de la Defensa Nacional encontraron más de cincuenta casquillos percutidos de grueso calibre. La fiscalía estatal abrió una investigación, aunque hasta el momento no se han pronunciado sobre el incidente.
Este ataque es solo uno de los muchos que han azotado a Salamanca en los últimos meses. La región es escenario de una lucha territorial entre el Cartel Santa Rosa de Lima y el Cartel Jalisco Nueva Generación, lo que ha generado una oleada de violencia extrema.
En octubre pasado, doce personas fueron asesinadas en cinco ataques casi simultáneos en diversos puntos del municipio. Semanas antes, un comando había ingresado a un anexo irregular y masacrado a cuatro personas. La situación de inseguridad en Salamanca es crítica, y las autoridades estatales y federales enfrentan un desafío para restaurar el orden y la paz en la región.
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